Como resultado de la tradición y la historia, la comida tiene su
identidad en los entresijos del carácter de una nación. El
descubrimiento de América se origina por el intento de hallar un camino
que ofreciera el acceso más directo a las especias, las que proporcionan
sabores paradisíacos y contribuyen al arte culinario.
Era 1492. Años
después, en 1519 definitivamente queda fundada La Habana y desde los
primeros bohíos alzados a la orilla del Puerto de Carenas, un plato en
especial comenzó a despuntar con aires de monarca cubano en la mesa, el
ajiaco.
En pleno siglo XVI, ya el ajiaco, con su profusión de
tubérculos, viandas, especias y la carne de puerco reinó en la mesa de
todo el territorio de la Isla y más tarde devino en símbolo de Cuba,
nacido del mestizaje y aporte de diversas culturas. Porque en la olla
del ajiaco se mezclaron los conocimientos culinarios de españoles,
aborígenes, africanos y criollos.
De la identidad gastronómica cubana son el congrí y los moros y
cristianos, las mezclas de arroz blanco y frijoles, estos últimos son
colorados o negros.
Si a la hora de servir esta típica comida cubana, la
acompañamos de la yuca hervida con el mojo obtenido del jugo de la
naranja agria y ajos, y le añadimos una lasca de cerdo asado, los
comensales habrán participado en la conjura de la más divina comida
criolla.
El congrí procede de la cocina afrocubana y su nombre está en
correspondencia con ese origen. Así congrí es vocablo venido de Haití,
donde a los frijoles colorados se les dice congó y al arroz riz, como en
francés.
Los cocineros y cocineras cubanos son muy admirados por la creatividad y la renovacion llevando a la fama diversos platos como el Gran Plato Hemingway a base de langosta, pescado y camarón; Arroz
con pollo a la Chorrera y otros muchos que han adquirido los nombres de
los sitios cubanos donde fueron creados e inclusive de visitantes extranjeros que los hicieron de su preferencia.
Cuba tiene una de las tradiciones culinarias más sanas del planeta, en
los vegetales y hortalizas reinan las zanahorias, el quimbombo, la
acelga, la remolacha, la habichuela y la col, por sólo citar algunas del
patio.
Asimismo, la presencia de las frutas en la comida de la familia
cubana también , junto al plátano maduro, ganan terreno la
piña, el mango y los cócteles con diferentes frutas. , también existe una de extraordinaria
curiosidad, el marañón, pues de todas las apetecibles esta es la única
que tiene a su semilla fuera de la pulposa masa, su sabor es agridulce y
posee la característica de dejar la boca reseca una vez que se come,
cuya propiedad motivó el estribillo de una guaracha: “el marañón aprieta
la boca”.
Por otra parte, es también costumbre típica la de preparar
deliciosos batidos con leche y pulpa de frutas. Entre los cuales
resultan con mayor aceptación el de mamey, anón, guanábana y chirimoya.
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